lunes, 28 de diciembre de 2009

Comentario Político Semanal. por Patricio Grez de H.


Entre Pascua y Año Nuevo, tenemos una discusión pública entre Piñera y Pichón de Buitre sobre quién es verdaderamente "progresista". Pichón de Buitre insiste en que "Yo zoy el verdadero progrezizta", mientras Piñera retruca que "El verdadero progresismo es derrotar la delincuencia, la pobreza, el narcotráfico y devolverle a las familias su derecho de vivir sin temor y con dignidad".
Para aclarar las cosas, el progresista químicamente puro es alguien a quién le interesa el progreso personal y de la sociedad. No confundir con "progre" que es la etiqueta que se han autoadjudicado los izquierdosos. Ser izquierdoso está un tanto desprestigiado, por eso los izquierdosos cambiaron su etiqueta a "progre"...¿Me entiende usted?
Pero si usted escucha atentamente a los "progre" y su candidato el Pichón de Buitre y su vocera la Cogote de Pavo Tohá, llegará a la conclusión de que el progre quiere más Estado coercitivo, menos libertad, menos propiedad privada, más intervencionismo, más colectivismo, más impuestos confiscatorios, más gasto socialista para comprar votos y apesebrar al rebaño. O sea la misma vaina de los izquierdosos bajo nuevo envase.
Para mi gusto, la verdadera diferencia entre la Coalición por el Cambio y la Concerta es, simplificando, la diferencia entre los liberales y los "progre". De hecho los "progre" lo admiten implicítamente cuando atacan a sus adversarios con el peyorativo término de "neo-liberal".
El "progre" criollo tiende a sentirse poseedor de una superioridad moral y reivindica para sí el monopolio de la democracia. Lo ha dicho la Cogote de Pavo varias veces, con muy poca modestia, ellos son los únicos demócratas y progre, sin darse cuenta de lo profundamente antidemocrática que es esa posición.
El liberal ama la libertad humana. El "progre" tiende al liberticidio, y si no me lo cree recuerde como hicieron enormes esfuerzos por destruir la libertad de educación, lo que no lograron gracias a que no contaban con los necesarios quórum en el congreso. Los "liberales" de la Coalición por el Cambio salvaron la Libertad de Educación, tema que nunca se vendió bien al gran público.
El progre liberticida sólo puede imaginar el individualismo como algo egoísta, es incapaz de asumir que los individuos pueden tener sentimientos por otros sin necesidad de cerrar filas con el resto de la masa y presumir de un altruismo hipócrita. Como el progre es esencialmente intolerante y cobarde no se atreve a afirmar que no le gusta cómo otros persiguen la felicidad y el éxito, así que asegura que lo mercantil es objetivamente degradante. ¿Se acuerda usted de los ataques al maligno "lucro"?.

El "progre" también tiende a lo maniqueo. Según el "progre" el es bueno y el liberal es malo pues no siente esa compasión que el progre manifiesta constantemente con ostentosos golpes en el pecho y espectáculos de derrame de empatía. Además un individuo podría tener, solo o con otros, sus propias ilusiones y responsabilidades, distintas de las que promueve y exige el colectivista, incapaz de aceptar que existan otros grupos en los que las personas deciden participar o no de forma voluntaria.

En fin, se pueden escribir ríos de tinta sobre el tema. Pero no me parece que una campaña electoral se pueda basar seriamente en la apropiación de etiquetas. Me gusta más el énfasis en algunas medidas concretas de gobierno como las que anunció Tatán en su momento sobre el Bono Auge para que la gente pobre y clase media pueda usar su subsidio de salud para elegir libremente entre la salud estatal y privada, o como la que aparece anunciando doña Lily Pérez, que dijo que van a bajar el IVA, esa si que me parece una estupenda idea
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lunes, 21 de diciembre de 2009

Comentario Político Semanal, por Patricio Grez de H.

La Señora Cogote de Pavo Tohá emplazó a Marco Enríquez Ominami a que revele por quién va a votar en segunda vuelta. Si por algo se caracteriza el progrerío es por su tendencia intervencionista, por su propensión a inmiscuirse en las decisiones individuales de los ciudadanos en nombre de vagos principios de bienestar colectivo. Así que don Marco ahora está en el tribunal popular, la Cogote lo emplaza públicamente a pronunciarse con esa autoridad que le confiere su alto rango en la nomenklatura progre. Y la generala presiona a Marco pues, según ella, sus posturas "democráticas y progresistas" son más cercanas a la Concerta que a la deresshha. O sea, según la cogote de pavo, la pérfida deresshha no es ni democrática ni amiga del progreso. No tiene remedio la cogote, yo creo que genuinamente se siente superior en su mundo blanco y negro, su mundo maniquéo de buenos y malos.

La Carolina Tohá y su candidato Pichón de Buitre debieran leer a don Jorge Edwards, a continuación copio íntegramente el más reciente artículo de don Jorge:



Edwards, Jorge

Viernes 18 de Diciembre de 2009

Adivinanzas electorales

José Antonio Viera-Gallo, que es una de las pocas personas razonables, equilibradas, ilustradas, que todavía quedan en la izquierda chilena tradicional, aconsejó a los dirigentes de la campaña de Eduardo Frei que no se dediquen a «satanizar» a la derecha. Es un buen consejo, pero me parece difícil que sea verdaderamente analizado y escuchado por sus pares. ¿Por qué? Porque lo esencial de la campaña de la Concertación ha consistido en eso: en dejar a un lado el verdadero debate de las ideas, de los contenidos, de los programas de gobierno, y sostener que si no gobiernan ellos, que si no se unen todos, llega al poder la derecha, es decir, el cuco, el malo de la película. Es un argumento simple, de aparente eficacia, y la Concertación ha caído de cabeza en la tentación de este simplismo. Pero ya lo he dicho en crónicas anteriores: en una democracia moderna, desarrollada, la posibilidad real de alternancia en el poder es decisiva. De lo contrario, la sociedad estaría formada por ciudadanos que pueden gobernar y por otros que no pueden, vale decir, ciudadanos de primera clase o de segunda. Algo parecido se planteó en los días de la elección de Jovino Novoa a la presidencia del Senado. Las cosas quedaron claras entonces, pero esta tendencia a creerse dueños del llamado progresismo, a arroparse, contentos y felices, en las banderas del pensamiento políticamente correcto, es un vicio ideológico, una tara del siglo XX que todavía, entre nosotros, no desaparece del todo.

Como podemos advertir, la palabra «izquierda» se ha transformado en una palabra mágica, una especie de escudo moral y mental. El uso de los nombres, en la Edad Media, condujo a una polémica que duró siglos: la de los nominalistas y los universales. Parece que nosotros, ahora, estamos en camino de resucitar el mismo y viejo dilema, pero sin darnos cuenta. Otra palabra que se ha vuelto complicada, ambivalente, peligrosa: la exclusión. Me alegro, personalmente, de que el PC chileno tenga una representación de dos o tres diputados en el Parlamento, pero no me alegro tanto de los pactos supuestamente instrumentales entre el centro y el comunismo que se han celebrado con el pretexto de combatir la exclusión. Hagamos algunas reflexiones que corren el serio peligro, en nuestro pequeño ambiente, de parecer perversas. Los socialismos reales del siglo XX, comenzando por la Unión Soviética, llevaron la práctica de la exclusión a extremos delirantes y criminales. Si usted estaba en desacuerdo con los regímenes imperantes, si usted era trotskista, social demócrata, zarista, corría el riesgo casi seguro de perder su trabajo, de ser encarcelado, de que sus obras científicas o literarias fueran censuradas, de verse internado en un hospital psiquiátrico. Era un fenómeno que alguien bautizó como «delirio lógico»: si usted no estaba de acuerdo con el paraíso ideológico impuesto por los bolcheviques, usted tenía que estar enfermo de la cabeza. Era la exclusión como sistema, producto, hay que reconocerlo, de siglos de exclusión practicada desde el otro extremo de la sociedad. El resultado social fue terrible, dramático, y todavía no deja de manifestarse. Pues bien, los comunistas chilenos tienen derecho a llegar al Parlamento con sus votos legítimos, pero tienen que decirnos algo sobre lo que sucedió, tienen que hacer alguna forma de autocrítica. Alguien declaró por ahí que aquellas cosas sucedieron hace muchos años, que ya no tienen auténtica vigencia. Y hasta nos aconsejaron, desde fuera, en un entremés internacional, que el gobierno próximo incorporara al gabinete ministros comunistas. Es una deriva, una inclinación más o menos inconsciente y francamente extraordinaria. Estuve hace poco en Rumania, con motivo de la publicación en Editura Art de mi última novela, y escuché anécdotas escalofriantes sobre el período de Nicolae Ceaucescu. Nadie pensaba que el tema no fuera vigente, urgente, de una presencia dolorosa y no del todo resuelta en la vida diaria. Después, en un gran diario español, leí una entrevista a Vaclav Havel, ex jefe del estado Checo, notable ensayista y autor de teatro, disidente del comunismo en los años que siguieron a la invasión de su país por los tanques soviéticos, y decía en forma serena, grave, con su enorme autoridad intelectual: “El comunismo, que arruinó la vida de millones de personas…” ¿Historias del pasado, fantasmas reaccionarios?


El último invento retórico es que la campaña de Frei será una lucha contra «el poder del dinero». Es un recurso a la truculencia, pero no me convence nada. El gobierno de Ricardo Lagos, el más constructivo y creativo de la Concertación, gobernó a través de un buen entendimiento simultáneo, siempre conversado, negociado, con las fuerzas del trabajo y de la empresa. Michelle Bachelet puso el énfasis del gobierno suyo en la no exclusión de las mujeres y en la protección social, pero, a través de su ministro de Hacienda, mantuvo un trato prudente, inteligente, con los sectores empresariales y financieros. En las grandes democracias modernas, en Alemania, Francia, España, el poder del dinero existe en gloria y majestad, pero controlado, contrapesado, limitado por las leyes, la opinión pública, los sindicatos, los partidos de izquierda. Son democracias criticables, susceptibles de reformarse, de perfeccionarse, pero nadie pretende volver a los lentos, paquidérmicos, insensibles Ogros Filantrópicos (para citar al poeta Octavio Paz) del siglo pasado. ¿Más Estado? Mi respuesta es clara: mejor Estado, y lo menos burocrático, lo menos autoritario que sea posible.

Supongo que mis lectores ya habrán adivinado por quién voy a votar en las elecciones del 17 de enero próximo. Siempre en mi vida voté por la izquierda o por la centroizquierda, por el no a la Constitución de 1980, por el no a Pinochet, por la Concertación, pero ahora, por una vez, en la coyuntura chilena de hoy, me siento obligado a cambiar. Lo hago a conciencia, después de meditarlo bien, y sin la menor hipocresía. Siempre he tenido un sentimiento de izquierda, pero el rótulo de izquierdista, el letrero, la aureola santurrona, no me interesan para nada. Creo que el probable gobierno próximo Por otra parte, no tengo la intención de integrarme a ninguna campaña electoral. Hago una campaña diaria, dura, a veces implacable, por seguir leyendo y escribiendo, por mantenerme atento a la evolución del mundo de hoy, y les aseguro que la lucha no es en absoluto fácil. Estuve hace poco en Lima y se me acercaron jóvenes universitarios. ¡Qué vigente está usted!, me dijeron. Tuve la sensación curiosa de que había ganado mis elecciones personales, y me sentí contento y tranquilo, con la conciencia en calma.

La presidencia de Sebastián Piñera podría darle un impulso a nuestro desarrollo económico, que en los últimos años ha languidecido algo, sin provocar un retroceso en las conquistas sociales que ha logrado la Concertación. Por su lado, la Concertación tendrá cuatro años para reinventarse, como se dice ahora, proceso que no se puede alcanzar en tres semanas, y la Democracia Cristiana podrá volver a leer los textos fundacionales e inspirarse en ellos. La idea que lanzó Piñera en plena campaña de buscar apoyos transversales dentro del mundo de la DC no me pareció mala, a pesar de que fue rápidamente rechazada y por razones obvias. Ahora, sin ser un experto, observo que los electores apoyaron a personas del centro de la DC, esto es, al centro del centro, y esa tendencia también me parece interesante.


Por otra parte, no tengo la intención de integrarme a ninguna campaña electoral. Hago una campaña diaria, dura, a veces implacable, por seguir leyendo y escribiendo, por mantenerme atento a la evolución del mundo de hoy, y les aseguro que la lucha no es en absoluto fácil. Estuve hace poco en Lima y se me acercaron jóvenes universitarios. ¡Qué vigente está usted!, me dijeron. Tuve la sensación curiosa de que había ganado mis elecciones personales, y me sentí contento y tranquilo, con la conciencia en calma.


martes, 15 de diciembre de 2009

Extra, Extra, Extra del Comentario Político Semanal.


Tras la debacle electoral de Frei, mi Gordis hizo importantes cambios en el comando. El gurú Pablito Halpern se fue de patá en la raja, el mismo lunes tomó su avión de vuelta a gringolandia. Y asumió como nueva generalísima la ex-diputada y ahora ex-ministra doña Cogote-de-Pavo Tohá, quién empezó altiro sus ataques a Piñera. Además anunció que ella apelará a la "mayoría progre" que "comparte nuestras ideas" para "dar por cerrada la transición con Frei de presidente", y queremos "demostrar que no somos arrogantes", porque "somos los únicos demócratas y progre" y nos volvió a recordar la autoasignada superioridad moral del progerío sobre la Coalición por el Cambio.
A la Carolina Tohá la tengo muy bien observada por la tele y los medios. Cuando era diputada presidía la comisión de educación he hizo todo lo imaginable e inimaginable para destruir la Libertad de Educación con gran agresividad, dedicación y energía, trabajadoraza mi flaca.
Como ministra vocera hizo un papel bastante más digno que el de Panchito Vidal, hay que reconocerlo, seguramente por claras instrucciones superiores.
Pero ahora que salió disfrazada de camboyana combatiente, a aglutinar al "mundo progre" contra la pérfida centro-deresshha, la veremos tal cual es. Acuérdese usted de mí, mientras más apretado tenga el pañuelo alrededor de su cogote de pavo, más agresiva y odiosita la vamos a ver. Recurrirán a todo, ya están pre-inaugurando un inmenso hospital de 500 millones de dolaritos cuya construcción partirá en Junio del próximo año, y quien sabe con cuantas otras sorpresas y conejos sacados del sombrero nos sorprenderán, incluyendo el desentierro de muertos y la exhibición de esqueletos que le tirarán por la cabeza a Tatán.
Pero no se preocupe, Piñera hace rato que no se deja arrastrar al lodazal del enfrentamiento y la polarización, no lo logró Pichón de Buitre y menos podrá lograrlo la Cogote-de-Pavo. Por lo demás la candidata no es mi Flaca Tohá ni la Srta. Narváez ni el joven Bowen, el candidato es Pichón de Buitre y ese sujeto tan aburrido, tan unidimensional, tan poco auténtico, no tiene remedio como candidato por mucho que mi Gordis le mande "jóvenes refuerzos" al Comando.

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