jueves, 11 de octubre de 2007

Extra comentario semanal de Patricio Grez de Heeckeren

El síndrome de Tourette es un trastorno neurológico heredado que cursa con movimientos y sonidos vocales involuntarios y repetidos que se llaman tics. En algunos casos, tales tics incluyen palabras y frases inapropiadas. Si usted quiere ver un ejemplo, sintonice el canal de la Cámara de diputados y podrá contemplar al diputado PS "pasionaria" Aguiló gritando sus palabrotas propias de un síndrome de Tourette progresista: «Fascista, cobarde, fascista, torturador, fascista, asesino, fascista...» Es verídico...no es caricatura...es totalmente verídico. Ese es el tipo de gente que hoy hace nuestras leyes. Así se comportan Aguiló y otros en nuestro solemne Parlamento.

Junto a gente como Aguiló tenemos a sujetos como el senador DC Ruiz-Esquide, el aspirante a führer que sueña con cerrar colegios y universidades privadas, el DC enemigo de la Libertad, que ahora, para el "congreso ideológico" de su partido propone una Asamblea Constituyente modelito Chávez, Morales y Correa el ecuatoriano. Las tres mas recientes "Asambleas Constituyentes" en sudacaladia son el primer paso hacia el totalitarismo en Venezuela, Bolivia y Ecuador. Y eso es lo que quiere el barbudo Ruiz-Esquide. Ese es el tipo de gente que hace nuestras leyes.

A mi no me molesta Aguiló, el fue es y será un cabeza de martillo socialista, todos lo sabemos....Lo que me molesta es esta DC chilensis que se saca fotos internacionales con la Gordis Merkel y con los jerarcas internacionales de la DC internacional que es de centroderesshha...mientras tanto en Chilito la DC juega a ser "revolucionaria"...y ponerse a la izquierda del PS-PPD como lo dijo una vez el diputado DC Mulet. Es una estafa, un travestismo político. Es el Jurel tipo Salmón. ¿Congreso ideológico?...jajajajaja...¿cuando ha tenido una verdadera ideología la DC chilensis?.....

Hubo un tiempo, cuando la libertad cotizaba mucho más que la igualdad, en que a la política se dedicaban «los mejores». Eso no quiere decir que los mejores fueran necesariamente buenos; pero, como cualquiera puede concluir, no le conviene a una democracia representativa que sean «los peores» quienes ostenten -¿detenten?- el poder delegado que les confiere el voto de los ciudadanos. La inteligencia, la formación y la calidad ética son las tres patas sobre las que cada político levanta su propio pedestal. Nuestro drama presente reside en que son muchos, demasiados, quienes carecen de las tres; bastantes que, sólo con dos, van y vienen como un péndulo, y no escasean los que encaramados en la pértiga de su única pata parecen equilibristas de un circo pobretón y triste más y mejor que padres de la Patria.

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