miércoles, 3 de octubre de 2007


La “buena sociedad” en el sentido propio, griego y medieval de la expresión, no es ni un “nido de ratas”, ni una “cueva de ladrones”

¡ A robar, a robar que Chile se va a acabar ¡La secuela de escándalos engendrados por la apropiación indebida de lo ajeno, que desde 1990 hasta hoy ha llegado a caracterizar la administración de “la cosa pública” por parte del “concertacionismo”, permite afirmar que en los 17 últimos años de nuestra historia los agentes políticos y administrativos del poder han robado mucho más que todo lo que fuera indebidamente apropiado entre 1810 (a 1818) y 1989. ¡Maxima corruptio!

Es probable que en este item Chile ha batido el récord latinoamericano. México, Paraguay, Argentina, Venezuela han sido superados por el Chile de “Transición a la Democracia”, en materia de robo y corrupción. Y esto probablemente deba ser ampliado hasta incluir el robo ya no “a partir de arriba”, sino “a partir de abajo”; es decir, el de delincuentes “comunes y corrientes”, protegidos con los agentes legisladores y judiciarios, que integran el mismo “equipo”.

Las malas costumbres, o “política de la mano larga”, se complementan con operaciones “distractivas”. Y es que no está privada de una cierta protección ideológica; es decir, de ocultamiento y justificación. En esta vía, las instancias auxiliares están ya gramscianamente integradas a la neo-cultura chilensis de los tiempos liberal-socialistas. Es así como el mito de la igualdad se complementa, casi misionalmente, con la ideología de los “derechos humanos”; es decir de los “derechos” que monopolizan los “amos” y el poder, y los “deberes” asignados impositivamente a los “esclavos”.

Una tercera instancia ha sido la engañosa o aún descarada promesa concerniente a una cierta “opción” por los pobres”. Pero los recursos de que se han impropia e inmoralmente apropiado agentes “concertacionistas” delatan la real opción de los “concertados”, con grave daño a los pobres mismos. No podría faltar la permanente u obsesiva denuncia ideológica de la “Dictadura” especialmente localizada en “Pinochet”. La obsesión ideológica no ha dejado de tener aquí su “alimento”Pero el encubrimiento distractivo, que oculta y “justificaría” el verdadero saqueo del erario nacional, con gravísimo atentado al bien común, se completa con la incesante invocación de la democracia; es decir de lo que Jacques Maritain ya denunciaba como democratismo y que Juan Pablo II, en 1991 designaba como vía abierta o encubierta al totalitarismo. En el “caso” chileno, apertura y encubrimiento caracterizan el dinamismo de una política orientada a un mal común a través del usufructo privado de la “cosa pública”.

Mas, la “buena sociedad” en el sentido propio, griego y medieval de la expresión, no es ni un “nido de ratas”, ni una “cueva de ladrones”. Los ideólogos que encubren a estos últimos, complementando su “misión”, son sobradamente conocidos por su vocación y “praxis” totalitaria y, eventualmente, criminal. Toleran al ladrón, si es que no lo engendran y comparten beneficios con él.

La afición a lo ajeno, como un cáncer metastásico que afecta a nuestro país, no excluye, entre sus demasiado numerosos agentes, ni a “los de abajo”, ni a “los de arriba”. La corrupción de los mejores es la peor. Con la salvedad, para el caso que aquí nos ocupa, que de entre los excesivamente numerosos corruptos de estos tiempos en Nueva Extremadura, pocos pueden considerarse como siendo “los mejores”

Tomado de DiarioFinanciero

http://www.diariofinanciero.cl/shnoti.asp?noticia=4457

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